El Ojo en el laberinto (I)

1 Abr

La indignación en Coahuila inició 2012 con una protesta extraordinaria que en realidad poco comprendieron inclusive algunos de los que participaron en ella. La Operación Ojo Ciudadano fue, es, una expresión lúdica que representa las polaridades de una dialéctica colectiva que sustenta su quehacer en un paradigma: la observación.

Para que el paradigma quedara resuelto en un símbolo era necesario entonces expandir la representación y por tanto convenía romper cánones, cual silogismo a ultranza que estrecha vinculatoriamente dos premisas: Estética y Acción. Lo anterior porque implicaría en su debido momento, más allá de la protesta simbólica, un acto, particularmente un acto dialogante.

Aquello que algunos tacharon de ‘performance’ no estaba más lejos de serlo en tanto a que su teoría argumentativa solo promulgaba el hecho de la ‘escenificación’ cuando en realidad no era tal. Hay una diferencia consustancial entre una Intervención Urbana y un Performance. Ambas se retro alimentan, más no contienen la misma estructura narrativa. La primera es un acto de provocación que en sí mismo decodifica el contexto al ser un rompimiento con lo cotidiano (no confundir cotidiano con tradición). Mientras la segunda, el performance, es una alegoría manifiesta en aras de provocar a posteriori un rompimiento con lo tradicional y se basa primordialmente, en la Representación sine qua non estética.

Los que confundieron el hallazgo con una manifestación por medio de la cual los participantes se ‘tapaban el rostro’ para no dar la cara, más lejos de la procesión no pudieron estar y obvio, los que apostaban por esta hipótesis sólo eran los defensores simpáticos del régimen moreirista en Coahuila.

¿Cuál era entonces el sino de esta Intervención Urbana in titulada Operación Ojo Ciudadano?

El ojo es el que observa los trazos, movimientos y acciones, la vida pasa por su panorama y a partir de ahí la mente analiza lo observado para promulgar. La operación significa más que un simple acto de protesta, una enunciación: Los estamos vigilando. ¿Para qué? Para evaluar y en su momento denunciar.

Así se establecieron una serie de acciones encaminadas a cumplir el cometido, unos protestaban con el ojo ciudadano y otros iniciaban una labor de vigilancia legislativa, a través de la aplicación de diversas herramientas en las cuales se necesitaba desde luego de la participación análoga de los mismos representantes ante sus representados, sinergia que no se logró, pues en Coahuila vivimos en la era del oscurantismo político y gubernamental, en el que la pequeñez de las mentes de los Legisladores les obliga a someterse a la pequeñez de la mente del Ejecutivo.

Lo arriba expuesto tiene como propósito solamente introducirnos a la reflexión, y a través del entendimiento esbozar lo que más adelante pueda servir como sumario de voluntades, pues en cada quien debe estar presente la chispa que encienda el ánimo de la acción y reacción sustentada en la protesta y también en la propuesta.

El ejercicio republicano no debe solamente limitarse al ejercicio del voto ciudadano a favor de tal o cual candidato o político, sino a una intervención precisa y constante. El tema de la vida pública nos involucra a todos los ciudadanos y tiempo es de romper entonces con la inercia de tan solo apostarse frente al televisor a observar los miles de spots que diariamente nos recetan durante la temporada de campañas. Porque esos miles de spots le cuestan al erario público miles de millones de pesos y tal pareciera que ese presupuesto jamás ha sido ‘autorizado’ por la sociedad. A cambio se argumenta que ha sido el mismo sistema IFE-Legislativo-Ejecutivo el que lo ha permitido. ¿Por qué? ¿Qué nivel tienen esas personas que postularon los partidos para gobernar? ¿Cuántos mexicanos conocemos sus trayectorias laborales y académicas? ¿Cuántos sus acciones y verdaderos logros? ¿A cuántos de ellos les volveremos a ver las caras? Si la costumbre en este país es que, por ejemplo, los políticos en campaña llegan a todos los hogares, pero una vez “electos” y en ejercicio de su cargo, no se les ve ni en pintura y hasta cierran las puertas de los recintos públicos –caso Congreso de Coahuila- y capaces han sido y son de suprimir con fuerza pública cualquier intentona ciudadana por protestar o exigirles cuentas claras y oportunas.

Observar significa analizar, estudiar, discernir, pero también aprender y en su debido momento accionar. Un ciudadano tiene el derecho a protestar, tiene el deber de equivocarse y desde luego, la obligación a corregir ese error. Porque la fuerza ciudadana se sustenta en el enojo, la impotencia y los deseos del bien común, pero fundamentalmente en la buena fe y esto es algo que al parecer el sistema no ha sido capaz de asimilar. Por eso la responsabilidad de proponer es un compromiso inalienable, y si la persona va a proponer desde una plataforma política debe entender que se aleja de la esencia civil y ciudadana, no porque esa esencia lo aleje, sino porque en sí, nada hace el individuo creyendo que ‘dentro de…, puede impulsar el cambio’ es una teoría no solo desgastada sino que ha demostrado no ser funcional: el sistema es un pulpo que corrompe y pervierte las percepciones y voluntades originales. La plataforma ciudadana puede estar establecida por ciudadanos y no por partidos. El gobierno debe ser capaz de adherir a su sistema a esa plataforma ciudadana, no absorbiéndola para controlarla, sino dejándola en libertad y causalidad propia, de tal manera que no haya indicio de reorientación. ¿Qué significa en este texto que el Estado debe adherir? : Que vivimos en una República y sin embargo la representación ciudadana ya no está garantizada por el Legislativo, menos por el Ejecutivo, entonces ya que se han creado instituciones burocráticas que se olvidan de su deber hacia las personas gobernadas, las personas gobernadas deben tener voz y voto en esa República de tal forma, que esa voz y voto no solo se concrete vía electoral, sino también vía Consensos, plebiscitos y referéndums, orientados por los mismos ciudadanos, y no manipulados por el gobierno de ningún nivel. El presupuesto debe ser designado al ser la misma ciudadanía quien lo requiere para plebiscitar una iniciativa, por ejemplo.

Volviendo al motivo inicial del presente texto y para concluir la primera parte de esta serie, la trascendencia del Ojo Ciudadano es justamente la medida de la proporción que cada ser le quiera imprimir a su convicción de luchar por aperturar a las instituciones y por ende, lograr una vida pública más equitativa, en la que tengan injerencia los hombres y las mujeres de un país que diariamente luchan y se esfuerzan por progresar en su conjunto.

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